Es seguro que nos conviene cambiar, aunque no que vayamos a hacerlo. Pero si no cambiamos nuestra forma de pensar y de actuar, las especies vivas continuarán extinguiéndose a un ritmo creciente al igual que los bosques de todo el mundo y las selvas tropicales y amazónicas. Cada verano hará más calor, con los correspondientes incendios, y cada invierno más frío y con más inundaciones (*). Puede llegar el día en que la atmósfera sea verdaderamente irrespirable como va ocurriendo progresivamente, y el agua potable se agotará o será aún más insuficiente que ahora, como sucederá con los alimentos. Los hielos polares menguarán y los tsunamis y las olas gigantes serán cada vez más frecuentes y mayores a medida que suba el nivel del mar, y se producirá la mayor emigración que se haya visto jamás, huyendo desde las costas hacia el interior…
(*) Por este párrafo, hace unas décadas el autor hubiera sido calificado de agorero catastrofista con ínfulas de profeta apocalíptico anunciador del fin del mundo. Pero estamos en 2011.
El siguiente texto pertenece a la obra titulada “La Utopía Realista”: “La situación de la humanidad actualmente se parece cada vez más a la de unas cobayas –cerca de siete mil millones de ellas-, obligadas, si es que queremos sobrevivir, a encontrar la salida en un complejísimo laberinto (la Realidad, y sus leyes, su estructura y funcionamiento) para solucionar el problema. Un laberinto que, ya sea por el azar universal o por la voluntad divina, se nos hubiera preparado integrado en un gran laboratorio (el planeta y el ecosistema “vida”) para probar nuestra inteligencia y capacidad de supervivencia. Es un juego terriblemente serio y real. Nuestro laberinto vital se inunda, se congela o/y se incendia cada vez más, se derrumba poco a poco, su Equilibrio Dinámico se hace por momentos cada vez más inestable. (La tensión y la angustia irán aumentando exponencialmente a medida que se sucedan las catástrofes “naturales” y se incremente su intensidad.). Y llegado un momento ya cercano, el punto será sin retorno.
Y en este juego estamos obligados a jugar, lo queramos o no, mientras vivamos”.
Aunque nos estamos quedando sin tiempo para solventar el futuro, la Teoría UDO ofrece esperanza. Por eso, éstas páginas -Tercer Libro sobre la Teoría UDO: "Divulgación sobre la Teoría UDO"-, que equivalen a un cursillo de iniciación sobre la Teoría, van dirigidas a lectores/as, jóvenes o incluso adolescentes (*); de ahí el lenguaje irónico y emotivo, a veces coloquial, con bromas y anécdotas, narraciones y opiniones personales, citas de películas… un estilo poco común en una obra relativa a una Teoría de pensamiento que se supone serio.
(*) Jóvenes (criterio de juventud: no administrativo -35 años- sino aún en fase de estudios y con formación incompleta por motivos de edad) y adolescentes... pero personas que son necesariamente inteligentes pues en el futuro cercano tomarán decisiones globalmente influyentes.
Un lector o lectora adultos pueden usar esta obra para explicar los conceptos centrales sobre la Teoría a sus hij@s o familiares menores, o a sus alumnos/as si es profesor/a. Pueden encontrar de interés en el presente las “notas para adultos”, escritas en cursiva y precedidas de asterisco (*); los jóvenes y adolescentes pueden leer estas notas, pero no es imprescindible que lo hagan.
(*) Ejemplos de notas para adultos:
(*) No nos confundamos. Cuando tratamos sobre un nuevo paradigma, no hablamos de ideas meramente teóricas: en su aplicación práctica influirán en todas y cada una de nuestras vidas en todos los aspectos: económicos, sociopolíticos, religiosos, culturales, ideológicos…
Aunque hay en esta obra mensajes para jóvenes que provocarán diarrea neuronal en muchos adultos, como por ejemplo:
Si además de materia, somos también energía (según la física cuántica), eso nos da que pensar, porque la energía no es materia, es inmaterial. Entonces, ¿si el suelo que está bajo nuestros pies, así como nuestro propio cuerpo, es material sólo en apariencia… ¿qué es la Realidad? ¿Una película de fantasía y de miedo realista? ¿Qué somos nosotros: fantasmas de espectral energía?
